Antes de que los humanos llegaran a las tierras que hoy conforman la comarca de la Selva, hace unos 3,5 millones de años, este territorio gozaba de un clima subtropical, según sabemos en la actualidad. En la zona vivían animales y plantas cuyos restos se han hallado, en muy buen estado de conservación, en el yacimiento paleontológico del Camp dels Ninots (Caldes de Malavella). Los primeros vestigios de ocupación humana localizados en numerosos puntos de la comarca —herramientas de piedra tallada— datan de unos 500.000 años después. Sin embargo, no será hasta finales de la prehistoria, entre el Neolítico y la Edad de Bronce, cuando surjan en la Selva las primeras grandes construcciones humanas, los monumentos megalíticos, en su gran mayoría concentrados en la parte montañosa de Tossa de Mar.
En el siglo vi a. C. se configura la cultura ibérica. Los primeros iberos —agricultores y ganaderos— comerciaban con griegos y fenicios, lo que propició que adoptaran importantes avances, como la introducción de nuevos cultivos, la fabricación de cerámica en torno, la escritura y la moneda. Los iberos vivían en asentamientos fortificados, localizados en lo alto de colinas. Entre estos cabe citar los de Montbarbat (Lloret de Mar – Maçanet de la Selva), Montsoriu (Arbúcies – Sant Feliu de Buixalleu), Argimon (Riudarenes) o el Turó de Buixalleu (Sant Feliu de Buixalleu). Había, también, asentamientos más reducidos, como el de Puig de Castellet (Lloret de Mar), que dependían de los principales poblados.
En el año 218 a. C., los romanos desembarcaron en Ampurias; se inició, de este modo, el proceso de romanización, que se prolongó hasta finales del siglo i a. C. En sus inicios, la cultura ibérica continuó perviviendo, como se puede apreciar en el Turó Rodó (Lloret de Mar), pero poco a poco se fueron introduciendo elementos propios del mundo romano. El más importante de ellos fue la generalización de los asentamientos en la llanura o en los valles, como en Can Pons (Arbúcies).
Entre los siglos i y v d. C., la Selva ya estaba plenamente romanizada. La Vía Augusta la atravesaba de norte a sur, y surgieron dos ciudades: Aquae Calidae (Caldes de Malavella) y Blandae (Blanes), así como numerosas villas, grandes explotaciones agrícolas y ganaderas, entre las que debemos destacar la de Els Ametllers (Tossa de Mar).
El fin del Imperio romano no comportó ningún tipo de ruptura, sino una evolución de la sociedad hacia formas medievales. En este periodo se empezó a definir la Selva que hoy conocemos.
En la ruta que proponemos se visitan los elementos patrimoniales más destacados de la prehistoria y el mundo antiguo en la Selva.