Castillo de Sant Iscle
Dice la tradición que el cuerpo de San Acisclo (Sant Iscle, en catalán) fue transportado desde Córdoba a Vidreres en el año 1010, a raíz del saqueo de la capital califal andalusí por parte de una expedición catalana. También se afirma que el destino de las reliquias fue la capilla del castillo de Sant Iscle, situado sobre una colina a dos kilómetros del pueblo.
En proceso de excavación desde el año 2005, la arqueología no ha encontrado en el castillo las reliquias del santo, pero sí está saliendo a la luz esta fortificación del vizcondado de Cabrera, que estuvo en funcionamiento entre los siglos xii y xv y que regía los destinos del término de Vidreres.
Los resultados son espectaculares: toda la planta baja del castillo, rodeada por cuatro torres esquineras y conformada por distintas estancias en torno a un patio porticado, había quedado sepultada por los escombros de los pisos superiores del propio castillo. Año tras año, los restos del castillo se van descubriendo, como también se desenterró su capilla y como está previsto que se lleve a cabo con el foso que rodea al conjunto. De momento, ya podemos visitar y admirar lo que, por el momento, se ha podido recuperar del segundo castillo más grande de la comarca de la Selva.