Castillo-palacio de los vizcondes de Cabrera
Blanes, villa portuaria, se convirtió en capital del vizcondado desde finales del siglo xiv, cuando los Cabrera decidieron fijar su residencia en la población, en sustitución de Montsoriu. Impulsaron la urbanización de la ciudad y mandaron erigir, en un enclave privilegiado, la nueva iglesia de Blanes y la nueva sede vizcondal, el castillo-palacio que, junto con su elegante fuente gótica, convierten al municipio en la capital gótica de la Selva.
Desafortunadamente, los conflictos bélicos del siglo xvii comportaron la destrucción de la flamante residencia de los vizcondes, título que en aquel momento ya recaía sobre los marqueses de Aitona. No obstante, hoy en día todavía podemos admirar gran parte de su fachada, adosada a la iglesia parroquial de Santa Maria, que nos muestra un portal adovelado y dos ventanas góticas en el primer piso.